Soy agnóstico, pero mi cultura es judeo-cristiana y me metieron hasta la médula su doctrina. La Iglesia es cómplice de la ejecución del profeta por el Imperio, y la doctrina es su redención por aquella culpa. Traicionaron el mensaje del profeta. Porque el Jesús de Judea aclaró: «Mi Dios es un dios de vivos, no de muertos», con lo que advertía de la lucha por la verdad, la justicia y la felicidad en ésta vida y no en una hipotética otra, que, como norte utópico, solo tiene función de guía.